Francisco Alvarez Fundacion COSO Tertulia Coloquio

Francisco Alvarez: “Es necesaria una bolsa donde coticen empresas del bien común”

Valencia podría ser pionera de esta iniciativa que velaría por una economía solidaria.

(Valencia, 29.10.14). El exdirector de la Bolsa de Valencia y ex-vicepresidente de la Bolsa de Paris, Francisco Álvarez Molina afirmó en el transcurso de una cena tertulia de la Fundación COSO que Valencia podría ser la ciudad donde comience a funcionar una Bolsa donde el valor de sus empresas cotizantes esté centrado en la economía del Bien Común.

Tertulia Fundción COSO Francisco AlvarezÁlvarez, consultor de ética corporativa, presidente de Ética Patrimonios y embajador de la Economía del Bien Común en España, explicó que la idea ya se está madurando positivamente en la Unión Europea, institución sensible al cambio de mentalidad que se está operando a nivel global en cuanto a concienciación y participación ciudadana.

En este mercado cotizarían empresas que puedan demostrar no sólo que son viables económicamente sino que generan bienestar porque plantean un crecimiento sostenible y/o invierten por ejemplo en mejorar el medio ambiente o en servicios sociales. Desde empresas de energías renovables hasta las de biotecnología o biomedicina.

Añadió que este tipo de mercado de valores pretende ser un método de financiación empresarial alternativa a la tradicional cuyos vaivenes especulativos no aportan los beneficios sociales que deberían sino que más bien acaban lucrándose unos pocos. Actualmente la bolsa de valores tradicional ha perdido su función inicial de vía de financiación de empresas puesto que, una vez realizada la ampliación de capital, las acciones se compran y venden mayoritariamente con fines especulativos y, consecuentemente, los movimientos generados desde grandes fondos de inversión y pensiones, persiguiendo su fin lucrativo, desestabilizan, por su volumen, el funcionamiento normal de los mercados.

Este modelo económico lleva aparejadas crisis cíclicas puesto que se basa en aspiraciones que no tienen en cuenta que el crecimiento no puede ser infinito. Por ello, periódicamente, el sistema se sanea.

En contraposición, explicó que esta nueva bolsa implicaría también condiciones para los accionistas en cuanto a permanencia en la sociedad, a fin de garantizar estabilidad y la consecución del fin último del mercado: facilitar la participación de la ciudadanía en la financiación y crecimiento de empresas comprometidas con los principios de la Economía del Bien Común que abandera el economista austriaco Christian Felber, quien propone basar el sistema económico en los principios de solidaridad y cooperación, en sustitución de la competencia, el ánimo de lucro y el egoísmo.

El cambio pasa por la percepción de la sociedad, que, conocedora de esta actitud, debería valorar como mejores a las empresas que generan más beneficios para la comunidad y actuar en consecuencia, mediante actos económicos tan cotidianos como elegir las marcas de la cesta de la compra en función de este criterio.

Para lograrlo, Álvarez establece como prioritaria la educación en valores de las personas, tanto en el ámbito educativo como en el mismo seno familiar. Aludiendo al recién presentado libro de Felber, “Dinero, de fin a medio”, prologado por el propio Álvarez, insistió en que el dinero debe ser percibido como una herramienta para generar beneficios a la comunidad y no, como nos han educado tradicionalmente, como un objetivo vital: enriquecerse.

A nivel práctico, este sistema podría implantarse con ayuda de ventajas fiscales contratos preferentes con la Administración a las empresas que obtienen una puntuación alta en los indicadores del Bien Común, para facilitar su conocimiento y que se incremente la demanda de sus productos por parte de los consumidores.Estos indicadores tienen que ver con el respeto al medio ambiente, la calidad de las condiciones laborales a partir de la consideración de los trabajadores como fuente de riqueza y no como simple mano de obra, la igualdad de salarios entre hombres y mujeres, su nivel de transparencia y democracia interna, lo cooperantes que sean con otras compañías similares y el valor social que aporte la labor que realizan.

Este movimiento no ha dejado de crecer en toda Europa ya hay 700 empresas dispuestas a aplicar estas nuevas reglas de juego, 100 de ellas radicadas en España. También destaca Alemania, donde hay tres universidades, un banco y múltiples entidades públicas y privadas que se han interesado por esta otra forma de organizar los negocios.

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